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¡Ábreme la puerta!

¡Ábreme la puerta!

¡Ábreme la puerta! 150 150 Tino Quintana

El lugar físico del hogar o la casa es mucho más que una construcción con tejado y tabiques. Va más allá del centro geométrico, geográfico o político. Es un centro existencial: reúne y orienta.

Hay muchos que tienen que dejar su casa y marchar lejos, quizá muy lejos, abandonando la lumbre del hogar, y no saben dónde guarecerse, «porque todas las puertas dan afuera del mundo», como señala Mario Benedetti. ¡Y hay tanta gente afuera buscando el centro perdido!

Dice Warsan Shire, poeta refugiada somalí, que, en esos casos, la casa o el hogar es una especie de voz sudorosa que te va diciendo en el oído:

«Vete, corre lejos de mí ahora.
No sé en qué me he convertido, pero sé
Que cualquier lugar es más seguro que éste».

En realidad, el hogar originario es el propio ser humano. Somos nosotros mismos quienes acogemos, o no, a quienes llaman a la puerta. Lo expresa muy bien Elvira Sastre:

«A ti podría decirte
que para mí
cualquier lugar
es mi casa
si eres tú
quien abre
la puerta».

Tino R. Quintana

Profesor de Ética, Filosofía y Bioética (Jubilado)
Oviedo, Asturias, España

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