• Ha llegado usted al paraíso: Asturias (España)

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Sucesos que atraen la atención por su impacto en la escena de la vida cotidiana u otros temas relevantes de carácter cultural, científico o humanístico referentes a la vida.

«Te examinarán del amor»

«Te examinarán del amor» 150 150 Tino Quintana

Cuando haya peleas con lesiones, «pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe» (Éxodo 21, 23-25).

La aplicación de este principio bíblico ha dejado un reguero interminable de tuertos y de ciegos, que se movían en la oscuridad dando palos a diestro y siniestro.

«Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego», dijo una vez Mahatma Gandhi.

Pero hay otro principio bíblico: «Esto os mando: que os améis unos a otros» (Juan 15, 17). Tiene suficiente potencial para transformar las relaciones humanas por completo.

Una vez más, vuelve a aparecer «la responsabilidad de tener ojos cuando los otros los han perdido», tal como señala José Saramago (Ensayo sobre la ceguera).

No sé quién podrá hoy ver por los demás en estos tiempos de venganza. De lo que estoy convencido es de que, como sea y ante quien sea, «al final de la vida te examinarán del amor», parafraseando un dicho atribuido a San Juan de la Cruz.

Estar

Estar 150 150 Tino Quintana

Las cosas y los seres vivos tienen siempre algún estado: “están”. Todos “estamos”.

«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena», dice el cuarto evangelio, y añade que también estaba Juan, el discípulo amado. Estaban allí, sin prisas, contemplando pasmados aquel suceso.

Pararse a mirar lo que sucede ante nuestros ojos o en nuestro interior puede hacer más sostenible el dolor, más viva la esperanza, más solidaria la compasión, más agudo y rico el pensamiento, más profunda la confianza, más intensa la atención.

Resulta difícil cuidar a una persona sin estar con ella, por ejemplo, sin dedicarle un tiempo que deja de ser propio y se convierte, de algún modo, en tiempo del otro.

Deberíamos “estar” más, para que puedan reposar los pensamientos, las intuiciones, los desasosiegos, las distracciones, las preguntas, los cuidados. Necesitamos de esos momentos tan difíciles hoy de conseguir. Hay mucha prisa y demasiado ruido. A veces pienso, también, que huimos de ello a causa de cierto miedo a mirarnos por dentro.

Quedarse, detenerse a estar con uno mismo o con alguien puede justificar una vida, porque en ello no se pone en juego el conocimiento de la teoría, sino el de la existencia:

«Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido»
(Luis Cernuda).

Aforismos

Aforismos 150 150 Tino Quintana

Siempre he tenido la sensación de que los seres humanos caminan, pero no se mueven.

Estoy convencido de que la belleza es una realidad que se coge en el momento en que huye. Estar vivo, en el fondo, quizá sea algo de eso: perseguir bellos instantes que mueren.

Para evolucionar de verdad, la vida tiene que doler. Lo contrario es una ficción.

Y para ser yo mismo, necesito que me iluminen los ojos de otras personas.

Hay una canción que dice: «yo no sabía que los principios habían nacido en los finales».

He tenido la fortuna de comprender que, para cuidarme a mí mismo, tengo que cuidar a los demás. Justo al revés de lo que pensaba antes. El mundo sería diferente.

Me produce tristeza ver a algunos cristianos, incluidos obispos, que convierten a Dios en su propiedad privada. Un viejo error este muy peligroso y radicalmente anticristiano.

Me repugna saber que seamos capaces de sufrir tanto y de causar tanto sufrimiento.

Solo soy buscador de palabras, pastor de pensamientos y ahora, cada vez más, memoria de recuerdos. Por eso aún siento que me apacienta la mirada de mi madre.

Hace unos días, me dio un beso espontáneo mi nieto. Y yo, antes de acostarme, por la noche, sonreí y me quedé dormido.

Flaiano y Jesús

Flaiano y Jesús 150 150 Tino Quintana

Ennio Flaiano fue un escritor, periodista y crítico de cine italiano, poco conocido por los lectores españoles, autor de guiones de películas tan impactantes como La strada o La dolce vita, de Federico Fellini, y Calabuch o El verdugo, de Luis Berlanga.

Murió de un ataque al corazón en 1972, y se dedicó a cuidar, junto a su esposa Rosetta Rota, de su hija Lelé, enferma de encefalopatía, por quien ambos dejaron todo lo demás.

Flaiano era un declarado ateo, agnóstico y anticlerical.

Es probable que haya sido Rosetta, que falleció, ciega, en 2003, entregada durante sus últimos años a cuidar la edición de los manuscritos de su esposo, quien descubriera, entre ellos, el esbozo de varias escenas para una película sobre el retorno de Cristo a la tierra.

Asediado por multitud de cámaras y periodistas, Jesús buscó un lugar apartado para explicarles con calma su doctrina y sus milagros. Y he aquí que vieron venir, a lo lejos, a un hombre que llevaba consigo a su hija enferma. Deseoso de hacer algo por ella, Jesús se acercó enseguida, pero el padre le dijo: «Yo no quiero que la sanes; quiero que la ames».

Jesús besó a la muchacha, le hizo una caricia, y, después de un silencio, añadió: «En verdad os digo que este hombre ha pedido lo que puedo dar».

Está bien recordarlo cuando «hay una gran confusión, tanto en el mundo divino como en el humano», como dijo Eurípides hace veinticinco siglos (Ifigenia entre los Tauros, 570).

De vez en cuando

De vez en cuando 150 150 Tino Quintana

Esto no tiene remedio…, todo va de mal en peor…, la vida es un mal negocio que no cubre gastos…

Pero, de vez en cuando, sucede lo que dice José Emilio Pacheco:

«Una gota de lluvia temblaba en la enredadera.
Toda la noche estaba en esa humedad sombría
que de repente
iluminó la luna».

Mientras escribo estas líneas, ahora mismo, alguien está naciendo o, si no es así, dos personas se están enamorando, o quizá haya una semilla de esperanza que brota en algún lugar.

Sí. «De vez en cuando la vida nos besa en la boca / y a colores se despliega como un atlas. / Nos pasea por las calles en volandas / y nos sentimos en buenas manos», canta Joan Manuel Serrat.

No por eso desaparecen las desgracias, ni los desastres, ni los “malos negocios”, pero se ven de otro modo… al menos de vez en cuando… y me ayudan a seguir caminando.

Seminarios de Innovación de Atención Primaria (SIAP)

Seminarios de Innovación de Atención Primaria (SIAP) 150 150 Tino Quintana

Los Seminarios de Innovación en Atención Primaria (SIAP) son actividades libres de “humos industriales”, sin ánimo de lucro y de inscripción gratuita. Se puede participar desde cualquier lugar del mundo y en cualquier idioma (con preferencia español y portugués). Están abiertos a estudiantes, residentes y profesionales sanitarios y también a legos en general. Se iniciaron en 2005 y llevan ya 40 ediciones. Ofrecen constante innovación pedagógica para facilitar la participación y el aprendizaje a distancia y presencial, de forma que se pueda mejorar el trabajo clínico diario con nuevo conocimiento y/o nuevas formas de organización.

Su coordinación corre a cargo del Equipo CESCA y, desde su inicio, por Juan Gérvas, médico de cabecera. Entre los miembros iniciales estuvo también Mercedes Fernández, también médico de cabecera, muy interesada por las cuestiones éticas en relación con la práctica clínica.

Entre el 3 de mayo y 3 de junio de 2023 se celebró el #siapAsturies, centrado en torno a la autonomía del paciente con motivo de la entrada en vigor, hace veinte años, de la Ley 41/2002 de 14 de noviembre básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica.

El programa se encuentra en el enlace incluido en esta misma línea.

Los SIAP tienen dos partes diferenciadas: la primera consiste en un debate “virtual” que desarrolla varios hilos temáticos relacionados con el tema central: la autonomía del paciente; la segunda parte es presencial y, en este caso, tuvo lugar en el salón de actos del Colegio de Médicos de Asturias en la ciudad de Oviedo.

Como vocal del Comité de Ética de Investigación del Principado de Asturias, he participado en este seminario #siapAsturies con dos ponencias, tanto en el debate virtual sobre diversos hilos temáticos como en la sesión presencial.

Rótulos oficiales del #siapAsturies fueron: “Pasos firmes en la autonomía del paciente” / “En la consulta y siempre con zapatos de paciente”.

Adjunto los textos básicos que he utilizado:

DEBATE VIRTUAL: 3 de mayo 1 de junio: Consentimiento Informado Ensayos Clínicos

SESIÓN PRESENCIAL: 6 de junio: Visión de conjunto y sugerencias

Al fin del mundo

Al fin del mundo 150 150 Tino Quintana

Hace varios días le dije a mi nieto de repente: «Oye: yo iría contigo al fin del mundo. ¿Vendrías tú conmigo?». Él se quedó mirándome, asombrado, ante tal cuestión, porque aún no sabe lo que es el “mundo” ni, mucho menos, el “fin del mundo”.

Pero yo insistí: «Qué me dices, ¿eh? ¿Irías conmigo al fin del mundo?».

Entonces, movió la cabeza de arriba abajo, sin dejar de mirarme, y dijo: «Tí, tí» —pues hay algún problema con la “s”—.

Después, le hice un breve esquema académico sobre las dificultades que encontraríamos en un trayecto tan largo. Sus ojos transmitían desconcierto y, a la vez, la confianza y la seguridad que da el cariño.

Busqué un verso de Rafael Arenas y se lo recité: «Un día, de tanto verte, te vi».

«Al final, la diferencia está en la mirada, hijo —añadí—. Recuérdalo: está en la mirada». Yo pensé, una vez más, que vivimos por los demás para señalarles lo que es vivir.

Así que, salimos a la calle, él en su triciclo y yo empujando.

Volvía la cabeza, de vez en cuando, para ver dónde iba yo.

Íbamos al fin del mundo.

 

El grito

El grito 150 150 Tino Quintana

«El grito salta en las piedras / Atropellando el silencio», dice Atahualpa Yupanqui.

Algo así puede suceder cuando se mira despacio la escultura de Laocoonte o el cuadro de El Grito.

El primero de ellos, un conjunto escultórico fechado hacia los siglos II-I a. C., muestra la desesperación de Laocoonte y de sus dos hijos, atrapados por dos enormes serpientes enroscadas a su alrededor que los asfixian hasta matarlos. Comenta Virgilio en la Eneida que «Laocoonte lanza al cielo gritos de horror».

Muchos siglos después, entre 1893 y 1910, el noruego Edvard Munch pintó una serie de cuadros, bajo el título compartido de El Grito, donde aparece una figura humana, con las manos rodeando la cara y la boca muy abierta, dando gritos o quizá oyendo o viendo algo que le provoca miedo, peligro, dolor, desesperación.

Dice León Felipe «que los gritos de angustia del hombre / los ahogan con cuentos».

¿Somos hoy capaces de ver u oír las nuevas situaciones de Laocoonte y de El Grito? El propio Edvard Munch dijo de su cuadro que «solo pudo haber sido pintado por un hombre loco» ¿Será, entonces, una simple ficción artística, un embuste o… un cuento?

 

 

Piensa en mí

Piensa en mí 150 150 Tino Quintana

Hace unos días estaba mi nieto sentado a mi lado, dedicado a sus actividades secretas ─ver los dibujos de La leyenda del lobo cantor, trazar líneas al estilo picassiano y mover las figuras de animales de su granja─, y, de repente, me miró asombrado con sus grandes ojos.

Yo acababa de decir para mis adentros “Schopenhauer”. Bueno, en realidad pronuncié “Schópenjaua” en plan muy fino, porque no se puede enredar con estas cosas. Y ya lanzado, dije de seguido “Kierkegaard” en plan elegante, o sea, “Kírkegoord”. Pero él me hizo saber con gestos que me veía cara de logaritmo neperiano.

Así que me dije: «¡date, este niño oye lo que pienso!».

Tal fue mi sorpresa que le solté un discurso concentrado de tipo gnoseológico: «Mira, cielo ─le dije─, tú no consientas que piensen por ti. No te dejes pensar ¿Vale? Es mejor pensar en alguien y, sobre todo, en quienes te quieren».

Él continuaba mirándome, asombrado, diciendo para sí mismo: «¡Qué barbaridad! ¡Cómo está el abuelo!».

Pero la cosa no paró ahí. La euforia discursiva me llevó a buscar un poema de Ángel González y señalé los siguientes versos:

«Yo existo
Porque tú me imaginas”.

Y añadí a continuación: «Cuando entiendas esto y no me puedas ver, imagina que estoy contigo».

Al verme así de suelto, el niño pensaba: «¡Qué deteriorado está ya este hombre!».

«Y si alguna vez ─insistí─, cuando seas mayor, escuchas la canción Piensa en mí, de Agustín Lara, y no estuviera contigo, recuerda que esta última parte de mi vida se resume en estos versos:

“No la quiero para nada,
Para nada me sirve sin ti”.»

Y, entonces, nos abrazamos muy fuerte y sonreímos durante un buen rato.

Las pequeñas cosas

Las pequeñas cosas 150 150 Tino Quintana

Hay ocasiones, en el día a día, donde la realidad se desvanece, los hilos se cortan, las luces se apagan, entras en el corazón y lo ves vacío. Pero, en tales momentos, también es posible descubrir el valor de las pequeñas cosas y la grandeza de lo aparentemente efímero. Esto sigue siendo un discurso de plena actualidad.

«Si apagas la luz, / entran por la ventana / frescas estrellas», dice un haiku de Natsume Sōseki. Algo parecido dice Jorge Luis Borges cuando señala que en lo más humilde puede esconderse un universo: «¿Es un imperio / esa luz que se apaga / o una luciérnaga?».

Todo depende del lugar donde cada uno se sitúe para mirar: de la perspectiva. Un “buenos días” inesperado, una canción olvidada, un beso por sorpresa, una sonrisa o un abrazo, una palabra oportuna… son momentos que nos salvan.

Yolanda Castaño muestra que en esas pequeñas cosas siempre aparece el otro… siempre:

«Cómo mirar de nuevo
Si aun cuando me froto los ojos
Me salen a veces los tuyos».

Tino R. Quintana

Profesor de Ética, Filosofía y Bioética (Jubilado)
Oviedo, Asturias, España

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