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DOCUMENTOS CLÁSICOS

El nombre de «bioética» tiene un origen preciso y contextualizado a principios de los años 70 del siglo XX en los Estados Unidos de América y hunde sus raíces en la ética médica desde hace más veinticinco siglos: desde Hipócrates de Cos, llamado habitualmente el «padre de la medicina» occidental.

Por eso resulta indispensable remitirse a una serie de documentos «clásicos», llamados así por su antigüedad, donde se ha reflejado con toda claridad la ética y la moral de las profesiones sanitarias. La mayoría de esos documentos adoptan la forma de códigos o juramentos que proclamaban los nuevos médicos antes de ejercer su profesión, pero también hay textos en forma de oración y otros que aconsejaban sobre el nuevo estilo de vida tan diferente que iban a adoptar los neoprofesionales. Algunos son los siguientes:

Dichos documentos (y algunos otros) irán apareciendo progresivamente. Estoy convencido de que la lectura de alguno de ellos (si no de todos) dará bastante en qué pensar y se percibirá como una «brisa fresca», aunque estén escritos en un lenguaje arcaico.

La preocupación ética y moral en el ejercicio de la medicina ya existía en otras culturas.Así por ejemplo, Hammurabi, rey de Babilonia entre 1728-1686 a.C. (la cronología no es exacta) ya sancionaba las malas praxis de los médicos babilónicos:

También reviste mucho interés el conjunto de normas y consejos que se daban a los nuevos médicos, en forma de un juramento de iniciación, en la India hacia el siglo I d.C.:

Hay también otros códigos llenos de consejos y de humanidad, como el Consejo de un Médico, procedente del médico persa Haly Habbas (siglo X d. C.) o los 5 Mandamientos y las 10 Exigencias, escrito por el médico chino Chen Shih-Kung (principios del siglo XVII) que representa quizá la mejor síntesis de ética médica procedente de la China.

Podemos también considerar clásicos bastantes documentos de la Edad Media, una época basada en la teoría y en la práctica hipocrática y galénica. Al constituirse las primeras Universidades medievales se formulaban promesas para los que iban a graduarse. La famosa Escuela de Salerno, por ejemplo, adopta unas normas que proceden de Federico II (hacia 1230), pero la sede universitaria de medicina más conocida será la Escuela de Medicina de Montpellier (siglo XII) que tenía un Juramento propio para los nuevos médicos.

Es asimismo muy sugerente la descripción de la profesión médica que nos ha transmitido un fraile dominico, natural de Lombardía y adscrito a algún convento de Génova, Jacobo de Céssolis, a principios del siglo XIV.

Tampoco tiene desperdicio el significativo y hermoso texto de un médico Judío llamado Isaac Judaeus«Quien se dedica a trabajar con perlas tiene que preocuparse de no destrozar su belleza. Del mismo modo, el que intenta curar un cuerpo humano, la más noble de las criaturas de este mundo, debe tratarlo con cuidado y amor».

Y hay que tener en cuenta, por último, que la difusión del cristianismo durante la época medieval creó un clima que estaba en consonancia con el ethos y la normativa del juramento hipocrático. Podría decirse, incluso, que para una ética de inspiración cristiana era fácil «bautizar» a Hipócrates. Quizá una buena confirmación de lo que se acaba de decir (la estrecha sintonía entre la ética cristiana y la hipocrática) sea un texto de San Jerónimo (siglo IV d. C.), un autor eclesiástico muy conocido durante los siglos XII-XIV:

«Deber tuyo (como sacerdote) es visitar a los enfermos, conocer las casas, a las matronas y a sus hijos, y hasta estar en el secreto de los nobles varones. Así pues, sea deber tuyo guardar castos no sólo los ojos, sino también la lengua… Hipócrates, antes de enseñar a sus discípulos, les obliga a hacer un juramento y a prometerle obediencia; les obliga por juramento al silencio y les describe la manera de hablar y andar, el porte y el carácter» (compárese este texto, por ejemplo, con el recogido más arriba «Sobre el médico»).

La ética forma parte de la naturaleza de las profesiones sanitarias, puesto que la actividad de sanar, proteger la vida y aliviar el sufrimiento es ya en sí misma una acción buena, es un bien en sí misma, es constitutivamente ética.

Así pues, la ética no es un adyacente ni un apósito externo ni una coyuntura temporal o advenediza de la medicina, sino que forma parte intrínseca del arte de sanar y de la propia actuación clínica y asistencial desde sus propios orígenes. Es decir: la praxis médica ya es ella misma ética, y el modo de ser o tipo de persona que cada profesional reproduce en su práctica cotidiana, como tal profesional sanitario (el êthos), conlleva de manera irrenunciable la dimensión moral.

Por lo tanto, es absurdo creer o afirmar que no existe esa dimensión como realidad inherente en la medicina. En consecuencia, el «humus» ético de la bioética médica o sanitaria hay que buscarlo en los orígenes de la propia praxis médica. Lo contrario sería tanto como negar su misma identidad.

En el año 2005 se publicó un Manual de Ética Médica a cargo de la Asociación Médica Mundial (AMM).Su autor es John R. Williams, Director de Ética de la AMM. La obra quiere ser una actualización de la tradición ética sanitaria, ya comentada aquí, y se presenta como una rama de la ética que aborda los temas morales de la medicina en orden a tomar buenas decisiones en favor de la salud de los pacientes. Las características de la ética médica son:

  • La compasión: entendimiento y preocupación por la aflicción de otra persona.
  • La competencia: actualización constante de los conocimientos científico-técnicos y, también, de los conocimientos y actitudes éticas.
  • La autonomía o autodeterminación, como el valor central de la medicina que más ha cambiado en los últimos años, referido a la autonomía de los médicos para decidir cómo tratar a sus pacientes y, en especial, a la autonomía de los pacientes en cuanto capacidad de decidir por sí mismos en los asuntos que les afectan.

Además de esos tres valores o principios centrales, la ética médica se distingue de la ética general aplicable a todos, porque se profesa públicamente en un juramento e incluso queda recogida en un código donde se recoge la moral específica de los médicos. Finalmente, se pone de relieve que la ética médica está íntimamente relacionada con  los derechos humanos y está abierta de manera irrevocable al derecho sanitario o bioderecho.

Tino R. Quintana

Profesor de Ética, Filosofía y Bioética (Jubilado)
Oviedo, Asturias, España

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