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F. Abel: Introductor de la Bioética

F. Abel: Introductor de la Bioética

F. Abel: Introductor de la Bioética 150 150 Tino Quintana

Françesc Abel, jesuita, doctor en medicina e impulsor de importantes instituciones dedicadas a la bioética, es verdadero introductor de la bioética en Europa y, por supuesto, en España, cuando aquí a casi nadie le merecía confianza tal tema.

1. Trayectoria biográfica

Françesc Abel i Fabre (1933-2011). Era Doctor en Medicina y Cirugía, especialista en Obstetricia y Ginecología; Licenciado en Teología y en Sociología (especialidad Demografía y Población); miembro de la Compañía de Jesús desde el año 1960 y sacerdote desde el año 1967. Desarrolló su tesis doctoral sobre un tema de fisiología fetal bajo la dirección del Dr. A. Hellegers en el Kennedy Institute of Ethics, donde permaneció cinco años, y la codirección de su maestro y amigo el Dr. V. Conill i Serra de la Universidad de Barcelona. Tras un recorrido médico por el Hospital Clínic y la Clínica de L’Aliança, consigue durante varios años una beca en la Universidad Georgetown (Washington) y, posteriormente, comienza en 1976 su trabajo en el Hospital Sant Joan de Dèu, de Barcelona, donde contribuyó decisivamente a la creación del Comité de Ética Asistencial.

Académico de Número de la Real Academia de Medicina de Cataluña (1999), fue uno de los introductores de la bioética en Europa impulsando y fundando diversas instituciones al respecto, siendo la más destacada el Instituto Borja de Bioética (IBB), creado en 1976. Fue director del mismo hasta el año 1999 y a partir de entonces ocupa la presidencia del Patronato de dicha institución.

Ha sido miembro del Comité de Bioética de Cataluña, vocal del Comité de Sanidad de Catalunya, de la Subcomisión de Xenotrasplantes de la Organización Nacional de Trasplantes, y de la Comisión de Bioética de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, así como vocal del Patronato de la Fundación Víctor Grífols i Lucas. Ha presidido también el Comité de Ética Asistencial del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona (España) y fue miembro del Comité de Ética Asistencial de los «Germans de Sant Joan de Déu – Serveis de Salut Mental». Ha sido también iniciador e impulsor de Comités de Ética Asistencial en varios hospitales españoles. Formó parte del Consejo Asesor de las revistas Labor Hospitalaria desde 1984; The Journal of Medicine & Philosophy desde 1988; de los Catholic Studies Series desde 1991; del Consejo Editorial de la Revista Latinoamericana de Bioética desde el año 2002 y de Bioètica & Debat.

2. La obra de Françesc Abel

1. Considero necesario comenzar resaltando su servicio al bien de las personas enfermas que ha tratado a lo largo de su dilatada carrera como profesional sanitario. Françesc Abel nos demuestra con su experiencia que la ética no es un apéndice de la medicina o un «apósito» temporal de la actividad clínica. No. La medicina es una praxis esencialmente ética, porque lo que define su identidad desde los tiempos hipocráticos consiste en poner su saber científico-técnico al servicio de las personas enfermas para hacerles objetivamente el bien y sanarlas si es posible. Si se dedicara a «hacer daño» desmentiría radicalmente su identidad original y su naturaleza ética.

2. Quiero destacar también su intensa y larga tarea como docente y escritor. Son abundantes los cursos de formación, los artículos especializados en revistas de prestigio internacional, las incontables conferencias y participaciones en jornadas y congresos y, también, su obra escrita. Esta última quizá no sea tan numerosa o «llamativa» como la de otros colegas suyos, dedicados expresamente a publicar sus trabajos, pero sí es relevante y significativa en varios aspectos. Para hacer un resumen me voy a referir a su último libro, Bioética: orígenes, presente, futuro (Instituto Borja/Fundación Mapfre Medicina, 2001) y, sobre todo, al discurso que pronunció el 9 de mayo de 1999 con motivo de su ingreso como miembro numerario de la Real Acadèmia de Medicina de Catalunya (véase el Nº 252 de la revista Labor Hospitalaria, páginas 64-76).

3. Creo que sobresale por encima de todo su constante preocupación de servir de puente en el diálogo entre las ciencias de la salud y las humanidades, convencido como está de la autonomía de las ciencias y del valor que podían aportar a ese diálogo. En parte se puede ver ahí el planteamiento de Potter (el creador del anglicismo bioética, como es de todos sabido), para quien la bioética debería ser «un puente hacia el futuro» que permitiera el acercamiento entre las ciencias de la vida y las humanidades, pero en lo más profundo está latiendo la pretensión de su maestro A. Hellegers, o sea, poner a dialogar a diversos especialistas en torno a un problema común con el fin de que cada uno aporte su perspectiva para buscar una solución razonada y compartida. Françesc Abel apuesta reiteradamente por la práctica del diálogo tanto en su propia actividad profesional como en la de los organismos e instituciones de los que forma parte o contribuyó expresamente a su creación.

4. A la manera de comprender y extender el diálogo interdisciplinar, le corresponde una definición de la bioética que ya presentó en 1989 y ha vuelto a exponer en 2001 de manera más completa: «Definimos la bioetica como el estudio interdisciplinar (transdisciplinar), orientado a la toma de decisiones éticas de los problemas planteados a los diferentes sistemas éticos por los progresos médicos y biológicos, en el ámbito microsocial y macrosocial, micro y macroeconómico, así como su repercusión en la sociedad y sus sistema de valores, tanto en el momento presente como en el futuro».

Es una definición autorizada por el rigor científico y práctico del propio autor. Y es también diferente, porque incluye «notas diferenciales» que, como él mismo dice, son las siguientes: 1ª) el origen secular dentro de un ámbito ecuménico; 2ª) el diálogo como metodología del trabajo; 3ª) el reconocimiento de la autonomía de las ciencias; 4ª) la fuerza y razonabilidad de los argumentos poniendo entre paréntesis los criterios de autoridad científica o espiritual; 5ª) la provisionalidad de las respuestas; y 6ª) la preocupación por los problemas de población, recursos y medio ambiente.

La bioética debe ser, pues, un lugar privilegiado de diálogo interdisciplinar orientado a la toma de decisiones éticas sobre cuestiones que afectan a la vida humana y vienen suscitadas por el progreso médico y biológico. Su extensión no puede limitarse a las dimensiones microsociales y microeconómicas o a la estricta relación entre profesionales de la salud y los pacientes y sus familiares. El alcance y la amplitud de los temas bioéticos obliga a renunciar a lo que se ha llamado certeramente «moral de cercanías» y extender sus límites a la biosfera y a las futuras generaciones.

5. Este modo de entender la bioética implica, por una parte, la necesidad de ir más allá del principialismo, no en el sentido de prescindir de los principios operativos que orientan la toma de decisiones éticas, sino en el de volver a redescubrir la importancia de las virtudes del agente moral. No hay nada mejor que el ejemplo de médicos competentes y dignos que a través de su práctica profesional son modelo y ejemplo del bien hacer como profesionales y como personas. Esta perspectiva de la bioética, fundamentada en las cualidades personales del médico y los equipos de salud, deja espacio para que la bioética sea narrativa y creativa.

Y añade el Dr. Abel: «una actitud de respeto hacia el enfermo como persona, la delicadeza y amabilidad en el trato, el conocimiento y reconocimiento de los derechos de los pacientes, la capacidad de aceptar que existen diferentes jerarquías de valores, y la competencia profesional mantenida mediante una formación continuada, son condiciones imprescindibles para recuperar el trato amistoso en la relación médico-enfermo y para comprender que la desconfianza social hacia el ejercicio profesional tiene su fundamento y puede interpretarse como un mecanismo regulador del poder que la tecnología pone en manos de los médicos».

6. Asimismo, ese modo de comprender la bioética impulsa a ir más allá de la bioética clínica. Y es que, aun cuando ese sea el campo que más adeptos ha ido ganando, hay toda una serie de problemas interdisciplinares en los que los conocimientos médicos juegan un papel importante, pero no son los decisivos. Son problemas que, según F. Abel, han de ser afrontados desde el diálogo interdisciplinar en sentido amplio. Un diálogo que afecta a campos genéricos muy importantes como son la medicina, la filosofía, el derecho, la teología, la política, por ejemplo, pero es también un diálogo que afecta directamente a otros campos más concretos como son los siguientes: 1) entre salud y economía de la salud; 2) entre ciencias biomédicas y políticas sanitarias; 3) sobre población, recursos y medio ambiente; 4) entre las ciencias de la vida, la ética y los medios de comunicación social; 5) entre las ciencias de la salud y los valores sociales y, más en concreto, entre obligaciones y derechos individuales y obligaciones y derechos de la sociedad en lo tocante a la salud pública; 6) entre la ética y el derecho, que para F. Abel es el más importante de todos; y 7) sobre la educación en bioética en el ámbito escolar, enseñanza media, profesional y universitaria (en especial medicina, Enfermería, Farmacia, Biología).

El futuro nos presenta nuevos desafíos insospechados hace bien pocos años. El futuro de la ciencia debería coincidir con el futuro de la ética, es decir, tendremos una ciencia humana en la medida en que los científicos sean personas con sensibilidad ética y con un profundo sentido de la responsabilidad social, afirma F. Abel, y añade lo siguiente: «…si el siglo XX ha estado marcado, y de una manera especial en su segunda mitad, por la tecnología, de manera que será recordado como el siglo tecnológico, algunos creen que el siglo XXI será el siglo de la bioética o, más todavía, el siglo de la espiritualidad. Y ha de serlo para evitar que el hombre se convierta en esclavo de la técnica, en lugar de ser el señor que la dirige hacia un mundo habitable y saludable, haciendo posible la pervivencia de la humanidad…».

7. Pero, a mi juicio, aquello en lo que más ha destacado la obra de F. Abel ha sido en la promoción y creación de nuevas e importantes instituciones de bioética y destinadas al desarrollo, investigación y difusión de la bioética. Entre ellas sobresalen el Instituto Borja de Bioética, el Comité de Ética Asistencial del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona), el Grupo internacional de Estudios de Bioética y la Asociación Europea de Centros de Ética Médica. Me voy a referir a alguna de esas iniciativas.

3. El Instituto Borja de Bioética

Los dos primeros centros de bioética del mundo fueron el Kennedy Institute y al Hastings Center, ambos en 1971 y en Estados Unidos, y el tercero fue el Institut Borja de Bioética. Éste fue, a su vez, el primer centro de bioética de Europa, fundado en 1976.

Françesc Abel dice que regresó de su estancia académica en Nueva York con una idea de comenzar un centro o instituto de bioética copiando el modelo del Kennedy Institute, con las debidas modificaciones. Así nació el Instituto Borja de Bioética. Organizó en 1975 un coloquio interdisciplinar titulado «De la historia clínica a la decisión ética» y, al año siguiente, se inauguró de manera oficial. Estuvo adscrito, durante los primeros ocho años, a la Facultad de Teología de Cataluña (San Cugat). Posteriormente se constituyó como fundación privada, en 1984, con el apoyo de la Compañía de Jesús y la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Desde el año 2000 está considerado Instituto Universitario integrado en la Universidad Ramon Llull.

El Instituto Borja tiene una reconocida trayectoria en el campo de la docencia e investigación. También mantiene la revista Bioètica & Debat.

4. El Grupo Internacional de Estudios de Bioética International Study Group on Bioethics (ISGB)

En este caso, Francesc Abel contó con el apoyo del entonces General de la Compañía de Jesús, el P. Pedro Arrupe. El GIEB quedó jurídicamente establecido en el marco de la Federación Internacional de Universidades Católicas. Se mantuvo en funcionamiento durante doce años y se dedicó esencialmente a mantener vivo el diálogo entre las ciencias de la salud y la bioética. La primera reunión se celebró en San Cugat, en 1982, participando un buen número de científicos, filósofos y teólogos. Hubo un total de veinte reuniones internacionales.

En esas reuniones se pretendía, principalmente, que hubiera un verdadero diálogo y no una simple yuxtaposición de ponencias, evitando los reduccionismos biológicos o espiritualistas. El sistema consistía en que cada uno de los participantes, desde su propia vertiente científica o filosófica, respondiera a un conjunto de tres o cuatro preguntas interdisciplinares, preparadas por un equipo de trabajo. Se intentaba, asimismo, que todo el mundo tuviera claras las diferencias, más que los puntos de acuerdo, y que todos dispusieran de elementos suficientes para reflexionar después sobre las perspectivas diferentes a las propias.

Un iniciativa del grupo fue la de ayudar a dos Universidades de Asia, la de Santo Tomás de Manila (Filipinas), con mayoría de estudiantes católicos, y la de Atma Jaya de Djakarta (Indonesia), mayoritariamente musulmana, para que desarrollaran un modelo similar al del GIEB, adaptado a sus necesidades. La experiencia permitía a los participantes de todo el grupo analizar diferencias culturales en la toma de decisiones.

A lo largo de esos años el GIEB hizo varias publicaciones:

.- Human Life: its beginnings and development. Bioethics reflections by Catholic Scholars (1988).

.- Birth, Suffering and Death. Catholic Perspectives at the Edges of Life (1992).

.-La Mediación de la Filosofía en la construcción de la Bioética (1993).

.- Critical Choices and Critical Care (1995).

.- Infertility: A Crossroad of Faith. Medicine and Tecnology (!9997).

5. Asociación Europea de Centros de Ética Médica  European Association of Centres of Medical Ethics (EACME)

Es otra iniciativa de la que formó parte Françesc Abel desde su creación, en 1985. Se trata de una red de investigación internacional y de comunicación entre los centros que componen la asociación. El término «europeos» se utiliza aquí en el sentido amplio, es decir, desde el Atlántico hasta los Urales. Tiene como objetivo principal promover la preocupación pública y crítica respecto a las cuestiones éticas implicadas en el desarrollo de las ciencias biomédicas en la sociedad actual.

Ya ha anunciado la Conferencia Anual de 2012, que se celebrará en el Centro para la Ética en Medicina de la Universidad de Bristol, bajo el título «Bioethics, then and now»

La Asociación está compuesta por más de 60 Centros, entre los permanentes y los asociados, distribuidos en 17 países. España continúa representada representada, precisamente, por el Instituto Borja de Bioética.

POSTDATA

El Dr. Abel está de algún modo relacionado con mi tierra (Asturias), puesto que la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI), que tiene su sede en Gijón, le ha concedido el Premio del año 2009. Un premio que recae en la persona, grupo o entidad que a juicio del Comité Científico de la SIBI más haya destacado por sus trabajos, publicaciones o enseñanzas en los campos de la Bioética, o en la aportación al necesario lenguaje de construcción bioética.

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Tino R. Quintana

Profesor de Ética, Filosofía y Bioética (Jubilado)
Oviedo, Asturias, España

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