Hay ocasiones, en el día a día, donde la realidad se desvanece, los hilos se cortan, las luces se apagan, entras en el corazón y lo ves vacío. Pero, en tales momentos, también es posible descubrir el valor de las pequeñas cosas y la grandeza de lo aparentemente efímero. Esto sigue siendo un discurso de plena actualidad.
«Si apagas la luz, / entran por la ventana / frescas estrellas», dice un haiku de Natsume Sōseki. Algo parecido dice Jorge Luis Borges cuando señala que en lo más humilde puede esconderse un universo: «¿Es un imperio / esa luz que se apaga / o una luciérnaga?».
Todo depende del lugar donde cada uno se sitúe para mirar: de la perspectiva. Un “buenos días” inesperado, una canción olvidada, un beso por sorpresa, una sonrisa o un abrazo, una palabra oportuna… son momentos que nos salvan.
Yolanda Castaño muestra que en esas pequeñas cosas siempre aparece el otro… siempre:
«Cómo mirar de nuevo
Si aun cuando me froto los ojos
Me salen a veces los tuyos».