La filosofía de Paul Ricœur se incardina en la tradición fenomenológica francesa, y es heredera tanto de la fenomenología de Husserl y Scheler como del existencialismo de Jaspers y Marcel. También mantuvo una estrecha relación con el movimiento personalista encabezado por E. Mounier. Pero la obra de Ricœur, que no aspira a una sistematicidad, se efectúa en un diálogo permanente con estos y otros autores, especialmente con la obra de Heidegger, pero también de Schopenhauer y de Fichte), y con la fenomenología de la religión, la lingüística, el psicoanálisis, el estructuralismo o la exégesis bíblica, para culminar en la que él llama una filosofía reflexiva constitutiva de una hermenéutica filosófica que, por su amplitud y ambición, es comparable a la de Gadamer.
La hermenéutica y ética son dos ejes vertebradores de su pensamiento. La hermenéutica pretende elaborar una filosofía de la voluntad humana, de la experiencia, de la vida práctica, a partir de la narración de sus símbolos, textos y contextos. Y, al mismo tiempo, la filosofía ricoeuriana es ética, reflexión sobre la vida moral de principio a fin. Lo que se pretende aquí es mostrar la contribución de Ricoeur a la bioética, desde la perspectiva de su ética hermenéutica, haciendo ver la necesidad de que la bioética se atreva a dar el salto a lo que podríamos calificar de paradigma hermenéutico.
Para mayor información, puede consultarse Fonds Ricoeur y Études Ricoeuriennes / Ricoeur Studies
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