La Covid-19 ha chocado frontalmente contra nuestras vidas y nos ha dejado conmocionados, desconcertados, aturdidos. Apenas ha quedado algún resquicio por el que no haya dejado de penetrar la pandemia y sus consecuencias.
A lo largo de estas fechas ha quedado a la intemperie la fragilidad, la impotencia, el cansancio, la confusión, la responsabilidad, la protección, el cuidado…
Pero, quizá sobremanera, se ha puesto de relieve el carácter limitado del conocimiento humano, aún a sabiendas del espectacular desarrollo científico alcanzado. La Covid-19 nos ha dado a todos, sin excepción, una lección de humildad en todos los órdenes de la vida.
Más aún, actualmente, se ha puesto intensivamente el acento en la información: hoy disponemos de una enorme cantidad de información en red. Nunca había sucedido nada igual. Pero tener mucha información no equivale a tener conocimiento y sabiduría.
Si el crecimiento exponencial de la ciencia y de la técnica no va parejo al crecimiento en actitudes, al desarrollo de la razón cordial, al movimiento del corazón, es decir, si el tratamiento de la información no es proporcional al conocimiento ético, a la disposición proactiva de mejorar las relaciones humanas, de cultivar la fortaleza, la firmeza y la generosidad para vivir éticamente, si no es así, estaríamos haciendo una farsa.
Presumir de una ética centrada en la gratitud, la reciprocidad, la solidaridad y el respeto, y pasar la vida produciendo ingratitud, partidismos, insolidaridad, sufrimiento y desprecio, sería absurdo.
En estos tiempos se pone de relieve que la existencia adquiere un sentido desde la casa que es el “otro”. Son los otros quienes nos ponen a cubierto y a quienes acudimos pidiendo ayuda. Los otros son el hogar originario, como ha sugerido con tanta belleza Pedro Salinas:
«Las manos son muy grandes y se puede
dejar a un ser entero en unas manos».
A lo largo de estos largos meses he tenido tiempo para poner palabras a mis reflexiones y sentimientos, que han quedado recogidos en estas páginas. En el enlace inferior se agrupan los artículos a modo de miscelánea ordenada por fechas.
Como se podrá observar, son textos que no contienen nada nuevo ni especial. Sólo persiguen suscitar en ustedes proximidad y cercanía. A ese propósito hago míos los versos del poeta mexicano Eduardo Casar:
«Quisiera estar a dos pasos de ti.
Y que uno fuera mío y el otro fuera tuyo».
Oviedo, junio de 2022